Mujeres que corren con los lobos – Clarissa Pinkola Estés

Si de libros que atraviesan hablaramos, este es uno que desangra de principio a fin, de pies a cabeza, en cuerpo y alma, se trata de un viaje para volver a nuestra esencia e ir disolviendo condicionamientos, narrado a partir de cuentos, mitos, magia e historias que se han transmitido de generación en generación en distintas culturas, la sabiduría real, que se aprende viviendo y sintiendo,  de la experiencia, del amor, del dolor, de los sacrificios, de los desafíos, retos y pruebas que como humanidad hemos atravesado. El arte, lo simbólico, las metáforas y el misterio toman protagonismo en cada línea escrita por Clarissa Pinkola Estés, es un regalo para volver al origen, a nuestro espíritu, a casa y vivir libres y auténticas. Nada mejor que esta cita en la que su autora relata cómo es un mujer alejada de su naturaleza y cómo es una mujer conectada a sus instintos, en el medio esta el viaje…

“…¿Cuáles son algunos de los síntomas emocionales de una ruptura de la relación con la fuerza salvaje de la psique? …sentirse extremadamente seca, fatigada, frágil, deprimida, confusa, amordazada, abozalada, apática hasta el extremo. Sentirse asustada, lisiada o débil, falta de inspiración, animación, espiritualidad o significado, avergonzada, crónicamente irritada, voluble, atascada, carente de creatividad, comprimida, enloquecida. Sentirse impotente, crónicamente dubitativa, temblorosa, bloqueada, e incapaz de seguir adelante, ceder la propia vida creativa a los demás, hacer elecciones que desgastan la vida al margen de los propios ciclos, sobreproteger el yo, sentirse inerente, insegura, vacilante e incapaz de controlar el propio ritmo o de imponerse limites. 

No empeñarse en seguir el propio ritmo, sentirse cohibida, lejos del propio Dios o de los propios dioses, estar separada de la propia revivificación, arrastrada hacia la domesticidad, el intelectualismo, el trabajo o la inercia por ser este el lugar mas seguro para alguien que ha perdido sus instintos.

Temor a aventurarse en solitario o revelarse, temor a buscar un mentor, una madre o un padre, temor a presentar un trabajo hasta que no se ha conseguido la perfección absoluta, temor a emprender un viaje, temor a interesarse por otro o por otros, tempor a seguir adelante, huir o venirse abajo, rebajarse ante la autoridad, perder la energía en presencia de proyectos creativos, sentir encogimiento, humillación, angustia, entumecimiento, ansiedad.

Temor a reaccionar con agresividad cuando no queda mas que hacer, temer probar cosas nuevas, enfrentarse con desafíos, hablar claro oponerse, sentir nauseas, mareos, acidez estomacal, sentirse como cortada por la mitad o asfixiada, mostrase conciliadora o excesivamente amable, vengarse.

Temor a detenerse o a actuar, contar repetidamente hasta tres sin decidirse a empezar, tener complejo de superioridad, ambivalencia y sin embargo, estar totalmente capacitada para obrar a pleno rendimiento. Estas rupturas no son una enfermedad de una era o un siglo sino que se convierten en una epidemia en cualquier lugar momento en que las mujeres están cautivas, en todas las ocasiones en que la naturaleza salvaje haya caído en una trampa.

Una mujer sana se parece mucho a una loba: robusta, colmada, tan poderosa como la fuerza vital, dadora de vida, consciente de su propio territorio, ingeniosa, leal, en constante movimiento. En cambio, la separación de la naturaleza salvaje provoca que la personalidad de una mujer adelgace, se debilite, y adquiera  un carácter espectral y fantásmagórico. No estamos hechas para ser unas criaturas enclenques de cabello frágil, incapaces de pegar un salto, de perseguir, dar a luz y crear un vida. Cuando las vidas de las mujeres  se quedan estancadas o se llenan de aburrimiento, es hora de que emerja la mujer salvaje: es hora de que la funcion  creadora de la psique inunde el delta.

¿Cómo influye la Mujer Salvaje en las mujeres? Teniéndola a ella por aliada, jefa, modelo, maestra, vemos no a través de dos ojos sino a través de los ojos de la intuición , que tiene muchos. Cuando afirmamos nuestra intuición somos como la noche estrellada: contemplamos el mundo a través de miles de ojos,

La naturaleza salvaje acarrea consigo los fardos de la curación: lleva todo lo que una mujer necesita para ser y saber. Lleva la medicina para todas las cosas. Lleva relatos y sueños, palabras, cantos, signos y símbolos. Es al mismo tiempo el vehículo y el destino. Unirse a la naturaleza instintiva no significa deshacerse, cambiarlo todo de derecha a izquierda, del blanco al negro, trasladarse del este al oeste, comportarse como una loca o sin control. No significa perder las relaciones propias de una vida en sociedad o convertirse en un ser menos humano. Significa justo lo contrario, ya que la naturaleza salvaje posee una enorme integridad. Significa establecer un territorio, encontrar la propia manada, estar en el propio cuerpo con certeza y orgullo, cualesquiera que sean los dones y las limitaciones físicas, hablar y actuar en nombre propio, ser consciente y estar en guardia, echar mano de las innatas facultades femeninas de la intuición y la percepción, recuperar los propios ciclos, descubrir que lugar le corresponde a una, levantarse con dignidad y conservar la mayor conciencia posible.

El arquetipo de la Mujer Salvaje y todo lo que ésta representa es la patrona los pintores, escritores, escultores, bailarines, pensadores, inventores de plegarias buscadores, descubridores, pues todos ellos se dedican a la tarea de la invención y esta es la principal ocupación de la naturaleza instintiva. Como todo arte, reside en las entrañas, no en la cabeza. Puede rastrear y correr, convocar y repeler. Puede percibir, camuflarse y amar profundamente. Es intuitiva, típica y respetuosa con las normas. Es absolutamente esencial para la salud mental y espiritual de las mujeres. Por consiguiente ¿ qué es la Mujer Salvaje? Desde el punto de vista de la pscicología arquetípica y también de las antiguas tradiciones, ella es el alma femenina. Pero es algo más, es el origen de los femenino. Es todo lo que pertenece al instinto,  a los mundos visibles y ocultos… es la base. Todas recibimos de ella una resplandeciente célula que contiene todos los instintos y los saberes necesarios para nuestras vidas. Es la fuerza Vida/Muerte/Vida, es la incubadora. Es la intuición , es la visionaria, la que sabe escuchar, es el corazón leal. Anima a los seres humanos a ser multilingües, a hablar con fluidez los idiomas de los sueños, la pasión y la poesía. Habla en susurros desde los sueños nocturnos, deja en el territorio del alma de una mujer un áspero pelaje y unas huellas llenas de barro. Y ello hace que las mujeres ansíen encontrarla, liberarla y amarla. 

Es todo un conjunto de ideas, sentimientos, impulsos y recuerdos. Ha estado perdida y medio olvidada durante muchísimo tiempo. Es la fuente la luz , la noche, la oscuridad, el amanecer. Es el olor del buen barro y la pata trasera de la raposa. Los pájaros que nos cuentan los secretos le pertenecen. Es la voz que dice ” Por aquí, por aquí”

Es la que protesta a voces contra la injusticia. Es la que gira como una inmensa rueda. Es la hacedora de ciclos. Es aquella por cuya búsqueda dejamos nuestro hogar. Es el hogar al que regresamos. Es la lodosa raíz de todas las mujeres. Es todas las cosas que nos inducen a seguir adelante cuando pensamos que estamos acabadas. Es la incubadora de las pequeñas ideas sin pulir y de los pactos. Es la mente que nos piensa: nosotras somos los pensamientos que ella piensa. ¿Dónde está? ¿Dónde la sientes? dónde la encuentras? 

Camina por los desiertos, los bosques, los océanos, las ciudades, los barrios y los castillos. Vive entre reinas y las campesinas, en la habitación de la casa de huéspedes, en la fabrica, en la cárcel, en las montañas de la soledad. Vive en el gueto, en la universidad  y en las calles. Nos deja sus  huellas para que pongamos los pies en ellas. Deja huellas dondequiera que haya una mujer que es tierra fértil.

¿Dónde vive? En el fondo del pozo, en las fuentes,  en el éter anterior al tiempo. Vive en la lágrima y en el océano, en la savia de los árboles. Pertenece al futuro y al principio del tiempo. Vive en el pasado y nosotras la llamamos. Está en el presente y se sienta a  nuestra mesa, está detrás de nosotras cuado hacemos cola y conduce por delante de nosotras en la carretera. Está en el futuro y retrocede en el tiempo para encontrarnos. Vive en el verdor que asoma a través de la nieve, vive en los crujientes tallos del moribundo maíz de otoño, vive donde vienen los muertos a por un beso y en el lugar al que los vivos envían sus oraciones. Vive en donde se crea el lenguaje. Vive en la poesía,  la percusión y el canto. Vive en las negras  y en las apoyaturas y también en una cantata, en una sentina  y en el blues. Es el momento que precede al estallido de inspiración. Vive en un lejano lugar que se abre paso hasta nuestro mundo. 

La gente podría pedir una demostración o una prueba de existencia. Pero lo que pide esencialmente es una prueba de la existencia de la psique, Y, puesto que nosotras somos la psique también somos la prueba. Todas y cada una de nosotras somos  la prueba no sólo de la existencia de la Mujer Salvaje sino también de su condición en la comunidad. Nosotras somos la prueba de este inefable numen femenino. Nuestra existencia es paralela a la suya. 

Las experiencias que nosotras tenemos de ella, dentro y fuera, son las pruebas. Nuestros miles de millones de encuentros intrapsíquicos con ella a través de nuestra sueños nocturnos y nuestros pensamiento diurnos, a través de nuestra anhelos y nuestras inspiraciones, nos lo demuestran . El hecho de que nos sintamos desoladas en su ausencia y  que la echemos de menos y anhelemos su presencia cuando estamos separadas de ella es una manifestación de que ella pasado por aqui…”

Deja un comentario

Scroll al inicio