¿Podemos controlar lo que hacen los demás?

Por muchos años sentí impotencia por verme separada y desentendida de situaciones aparentemente externas de mi entorno inmediato y no tan inmediato, en este artículo te comparto parte de mi proceso

"Lo que intentas controlar te controla" Borja Vilaseca

El primer punto de inflexión en este camino fue ser sutil y flexible con las palabras de los decretos y declaraciones que realizaba, primero a nivel interno y luego externo.

Si tan solo cambiamos la palabra “controlar” por “impactar” cual seria tu respuesta? Desde este lugar mas liviano entendí que con nuestras palabras tenemos un gran poder. 

Si nos ponemos mas finos: ¿Quienes son los demás? A quienes nos referimos especificamente? Todos? Siempre?  Pulir nuestro autodiscurso, ser precisos, permite focalizar nuestra energia y atención entre lo que es, y no entre los fantasmas de lo que no es. 

 

El mensaje tras el mensaje

Nuestro cuerpo y su lenguaje, los hechos y nuestros comportamientos y conductas, la o las palabras que utilizamos, las que no utilizamos, cuándo hablamos, cuándo callamos, cómo lo decimos, a quién o quienes, dónde. Todo tiene un efecto. Las palabras afectan nuestras emociones y cambian nuestro estado del ser: pueden condicionar, lastimar, también motivar y construir o incluso acercar y alejar.

La palabra genera contexto y el silencio también

Al hablar habilitamos contextos, a veces tan sólo con adelantarnos a potenciales posibles escenarios podemos encontrar una buena herramienta para seleccionar cuando intervenir y de qué manera.

Asertividad en la comunicación

No es lo mismo mirar, ver, observar o contemplar.                                                                                                                                                                                      No es lo mismo comer, alimentarse o nutrirse.                                                                                                                                                                                            No es lo lo mismo hablar rápido que hablar despacio, escuchar, integrar lo que trae el otro y dar una devolución de una manera más consciente.              No es lo mismo hablar en vivo y personalmente, que por zoom, por escrito o audios de WhatsApp, por privado o en grupos, con emoticones, abreviaciones y sin puntuaciones.                                                

Observarnos como unidad

Como segundo hito quiero destacar el concepto de unidad, considerarnos separados fue y es siempre el camino fácil. Esto sucede porque protegerse es intrínseco al ser humano, aunque a veces sea disfuncional o contradictorio hay una intención positiva en cualquier comportamiento que tengamos: descuidarnos, exponernos, ser hiperproductivos, decir si cuando es no, tiene un beneficio: quizá sea obtener placer inmediato, sentirnos reconocidos, valiosos, pertenecer o simplemente estar relajados o cómodos en nuestra zona de confort.

El desafío es reencuadrar el beneficio hacia un comportamiento funcional, en este caso involucrándonos y asumiendo nuestra parte de responsabilidad en la sociedad, a nivel familiar y vincular o con un otro.

Ahora te toca a vos, que palabra elegirías para definir tu relación con el comportamiento de un otro? Me encantaría me compartas tu opinión al respecto ✨

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